viernes, 14 de noviembre de 2014

El Fantasma en el Espejo

En aquel entonces, yo era un cadete de una escuela paramilitar, los sabados soliamos ir a practicas de tiro en la antigua carretera federal Mexico Veracruz, nos pasabamos todo el dia practicando punteria con viejos fusiles K-98, M-1, Garand, y tiro rapido con igualmente vetustos MP-40 y Thompsons, y algunos pocos Galil y FN Fal, con los subfusiles era una cuestion de coraje, son lo mas parecido a una bayoneta que existe, para disparar bien es necesario levantarse y sujetarlos bien, no son el arma ideal para el francotirador, en cambio los fusiles de asalto, por lo menos los de esa generacion, eran pesados y voluminosos, nada que ver con los mejores M-16 o IW-2, pero en fin; despues de un dia en el poligono de tiro, cada quien se iba a su casa.

Un tio tenia una casa en el pueblito de Tepetlaoxtoc, era un edificio viejo, pegado a una viejisima barda, quiza tan vieja como el convento, todo el conjunto arquitectonico tenia un aire de lobreguez y abandono, solo la enorme iglesia seguia funcionando, las bardas perimetrales se desmoronaban poco a poco, la pared que daba a espaldas del convento aun conservaba los ahujeros producidos por el peloton de fusilamiento de alguna guerra olvidada, ¿revolucion, reforma, cristeros?, solo el silencio del jardin lo sabia, habia visitado con frecuencia esa casa desde que era niño, y habia oido las terribles historias del abandonado convento, sobre puertas que se oia girar y cerrarse, estando el edificio vacio; pasos descalzos deslizandose sutilmente sobre las baldosas del altar abierto, luces siniestras en las ventanas rotas del convento, sobre niños corriendo entre las tumbas frente a la fachada, ataviados con ropas de la epoca de los Virreyes; quejidos de dolor que se escuchaban en la medianoche, donde habian sido los fusilamientos; y en la esquina de la casa, en los dias de tormenta, cuando las piedras pomez bajaban flotando en arroyuelos de la montaña, se decia que se aparecia un hombre, vestido como un sacerdote azteca, que caminaba entre la lluvia, a veces convirtiendose en agua el mismo, hasta llegar a la cima, donde desaparecia. No se cuantas de esas historias habran sido ciertas, y cuantas solo elaboradas formas de enviarnos a mi y a mis primos a la cama. Solo se con certeza que el pueblito era un lugar muy triste y antiguo, viejas rocas prehispanicas labradas aparecian por doquier cuando una lluvia intensa acababa de pasar...

Pero en fin, yo ya no era un niño, y ese sabado habia un apagon generalizado en todos esos pueblitos, (quien lo recuerde, a finales de los setentas y principios de los ochentas, los apagones eran cosa muy normal y continua), ya eran pasadas de las siete, estaba obscureciendo rapidamente y en el horizonte, una espesa nube se estaba formando, habia decidido pasar a la casa de mi tio, ya solo la usaba muy de vez en cuando, y habia que darle unas vueltas para vigilar que todo estuviera bien, ademas si me quedaba ahi, podria ir en la mañana a comer una deliciosa barbacoa en Chiconcuac, cuando ese pueblo era un gran centro comercial.

Uno de los muchachos me llevo en un jeep, el pueblito esta a un par de kilometros de la carretera federal Mexico Veracruz, el camino era de terraceria y muy maltratado, habia pequeñas plantas de maiz y sorgo a ambos lados del camino, que se movian ondulantes, con la brisa que anticipaba la tormenta, cuando entramos al pueblo, la enorme superstructura del convento se levantaba gris ante las luces del jeep, siniestra y apagada, la plaza estaba vacia, y los portales silenciosos, solo la platica animaba ese viaje, hablabamos de quien habia logrado mas aciertos en los blancos, de armas, y de mujeres, no se porque los hombres, no importa de que estemos hablando, siempre terminamos hablando de mujeres, pero en fin, llegamos a la puerta de la casa de mi tio, agarre mi mochila, mi MP-40 y me baje del jeep, que arranco inmediatamente, el si regresaria a la ciudad y en aquel entonces eran casi dos horas por la vieja carretera.

La casa de mi tio era de las mas viejas de la zona, era una mescolanza de estilos arquitectonicos y de materiales, por alla se veian adobes que aun tenian piezas aztecas rotas entre ellos, por alla piedras volcanicas que obviamente habian venido de otra construccion, aunque la casa principal habia sido reconstruida hacia poco con ladrillos modernos, la barda por otro lado se veia que habia sido reparada muchas veces, una enorme rajada en la parte de adobe habia sido rellenada con piedras.

La casa estaba vacia, la señora que se quedaba a hacer el quehacer solo estaba hasta las cinco, el gran patio estaba vacio, despues que tiraron ese hermoso arbol que debia de tener como cien años, ahora habia gran espacio para estacionarse, pero ya nadie venia, mis primos y yo habiamos crecido, y cada quien estaba en su mundo, mis tios ya raramente se paraban en este vetusto lugar.

Un relampago en la distancia me dio la bienvenida, una ligera lluvia empezaba a caer, mientras los truenos se balanceaban soberbios entre las montañas, retumbando entre las paredes, lo primero que pense al entrar fue en comer y tomar agua, en la cantina, junto a la sala, mi tio tenia un enorme olla de barro, siempre llena de agua fresca, y ahi fui de inmediato, pensaba calentarme despues un cafe y ver la tormenta desde la ventana de la que habia sido la habitacion de las visitas y que tenia una maravillosa vista de las montañas de la sierra. Estaba sirviendome el agua, cuando vi algo que me dejo congelado, en la cantina habia un enorme espejo, o luna como se llamaban entonces, y en ella, iluminada por un relamapago repentino, alcance a ver una forma humana parada detras de mi, cerca de la ventana, antes de pensar cualquier cosa, brinque sobre la cantina y me di vuelta, apuntando y cortando cartucho con mi fiel MP-40, dispuesto a disparar una rafaga corta, en cuanto lo ubicara, pero no habia nadie, los constantes truenos alumbraban la sala, y no habia nadie, con cuidado y con la adrenalina al maximo, revise cada mueble, cada respaldo, cada columna y nada, pense entonces que tal vez la imagen vendria del patio, me asome por la ventana y nada, sali, la ligera llovizna habia dejando las marcas de mis pies al entrar, pero los de nadie mas, la lluvia arreciaba y revise cada centimetro del exterior, resultado, negativo, volvi a la casa y me encerre, no entendia que habia pasado, hice muchas conjeturas mientras encendia las velas y me preparaba mi cena, en aquel entonces hacian una deliciosa longaniza en Tepetlaoxtoc y siempre habia una dotacion fresca en la cocina, mientras la freia y calentaba mis tortillas, recorde uno de los viejos cuentos que nos contaban cuando eramos niños.

En la casa vivia un fantasma, por años se habia dicho que una sombra se paseaba por la casa en la obscuridad, pero solo la habian visto las personas que estaban solas, jamas se dejaba ver cuando habia mas de una persona en la casa, a veces solo era una vista rapida de alguien que cruzaba en el marco de una puerta, otras veces era una sombra entre las penumbras, nadie sabia quien habia sido, se contaban varias historias, pero nadie lo sabia con certeza, con toda seguridad era algo tan viejo que ya todos habian olvidado los eventos que habian sucedido. Hay quienes decian que era un antiguo terrateniente que habia muerto en la casa y no queria abandonarla, hay quienes decian que es el fantasma de una mujer, que se habia escondido en la pared cuando llegaron los revolucionarios, esperando ser liberada cuando estos se fueran, pero como fusilaron a todos, nadie la pudo rescatar y murio entre las paredes...

Esa noche atranque la puerta de mi habitacion con una silla, y me acoste con el uniforme puesto y mi MP-40 en mis brazos, no vi, ni escuche mas que la tormenta que rugio por toda la madrugada, al dia siguiente, con la brillante luz del sol, realice una inspeccion general, ninguna ventana o puerta abiertas o forzadas, ninguna huella de algun visitante humano en la casa, tal vez si fue el fantasma despues de todo, cuando llego la señora que cuidaba la casa, le platique la experiencia, y ella me dijo:

-Si, yo tambien la he devisado, es una muchacha, muy joven, las noches que caen muchos truenos sale a acompañarse de quien este en la casa, ha de tener miedo a los rayos.


Yo jamas volvi a verla, aunque me quede en la casa unas cuantas veces mas, cuando pasamos de hacer practicas de tiro a maniobras, nos mudamos de zona a la Huasteca, mi tio vendio su casa poco tiempo despues, a pesar de que he querido ir, nunca he tenido tiempo de visitar el lugar. Solo me arrepiento de haber sido tan poco caballeroso de no acompañar en una tormenta a una dama, aunque ella ya no fuera de este mundo.

Autor. Sergio Tellez

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